Respiramos el mismo aire, que ya no es el mismo,
que respiraron nuestros ancestros,
con los mismos problemas, que ya no son los mismos,
tuyos y míos.
Cuantas veces miramos el cielo,
cuantas nos fascinamos con las cien hojas.
Y tú...
inflaste tus pulmones, con mi cabeza apoyada,
una noche.
Cuantas veces debo impedirme recordar
momentos eternos, que se diluyen como temperas.
Y tú...
despertaste en mi brazo,
una vez.
Soy una persona buscando una persona,
pisando mi sombra hasta caer en ella.
Y tú...
una acuarela en mi cabeza,
una tibieza,
una vez.
Me siento bajo el tronco del árbol grande,
me apoyo en la roca frente al mar,
huelo la primavera,
una y otra vez.
Y tú...
respiras otro mismo aire,
tiñes otras mismas aguas,
despiertas en otro pecho.
