miércoles, 9 de mayo de 2012

El bulto

Una vez, un pobre hombre, caminaba en la madrugada hacia donde vivía parte de su familia. En el largo camino neblinoso, encontró en un cruce un pequeño bulto respirando, herido y maltratado. Molesto y sin saber que era, lo envolvió en su manto y tomo el camino traicionero directo al curandero de la comunidad, desvío que podría costar mucho tiempo y energía.

En su camino pensó en cuanto animal querido mató por quedar enfermo o sufrir accidentes... cuanto animal amado dejo en el camino por necesidad... pesa en la mente de su amo el animal mal querido... "pero este es especial; respira fuerte, pesa y resplandece, quiere vivir, quiere ser alimentado y no le debo nada ni el a mi, no tengo derecho sobre el y por algo el abuelo lo puso en mi camino."

Esa noche el hombre durmió bajo un canelo y soñó que la tierra sentía nuestros pasos como animalitos, suaves brisas alegres, vibraban en su piel como en un cultrun, sentía nuestro calor y frío, sentía... de un momento a otro, los hombres caminaban es sus sombras y su propia sombra invadía su interior. Sintió frío, un aire seco y sucio, y sus dientes apretados, que no podía despegar, se trizaron unos al otros...
Despertó asustado mirando el cielo nocturno y luego la tierra, tomo un puñado de hojas secas y tierra y se volvió a echar... odió estar ahí, perdiendo el tiempo.

Al despertar, el pequeño animal había crecido, tenia el porte de un pequeño gato, pero su apariencia desconocida seguía siendo la misma, su peso aumento - pesa lo que un cordero- pensó. Lo hecho en su hombro y se puso a andar.
Mientras andaba la tierra tembló hasta que lo tumbo. La rabia tomo su ser y luego de unos garabatos se fue contra el bulto que cargaba y le grito:
¡Eres un despreciable ser mentiroso! debí dejarte cuando te vi agonizando... ahora creces en mis hombros mientras te llevo por este desgraciado sendero ¿Como he de ayudarte? ¡Debería dejarte acá y volver a mi faena!- Lo miro y noto su respirar más fuerte, seguía ahí... sin forma, más pesado y más vivo.
-Te volveré a cargar sólo para averiguar que demonio eres.- y se lo hecho al hombro nuevamente... siguió su camino.

Luego de andar bajo nubes y soles, lo sorprendió un anciano que bajaba por el sendero. Llevaba un bastón alto y un caminar rápido.

- ¿Acaso no has encontrado tu respuesta en el largo camino hacia acá?- le pregunto el viejo

- ¿Respuesta a qué? -pregunto de vuelta.

- Por eso me aleje tanto de la gente para que en el largo camino se pase tiempo con sigo mismo y escucharan su propia... ha! pero no vienes solo... que carga más extraña traes... - dijo con su boca anciana, casi sin dientes.

- Si, quiero saber que es, creo que tu, anciano, sabrás y podrás ayudarlo o terminarlo.

- Mmm... creo saber cual es el problema.

- ¿Cual es el problema?

- Es tu problema... - y se largo a reír- es tu problema - repitió mientras continuo bajando y riéndose-

- ¡Tu eres el curandero! - le grito.

- Pero tu ya tienes la cura - le respondió.

Molesto el joven lo miro bajar, quieto... ni siquiera percibió el relámpago que ilumino la tarde oscura... una gran rabia lo tomo nuevamente y el bulto en sus hombros doblo su peso haciendo que le tiritaran la piernas flacas y polvorientas...

"La soledad es una cura y una enfermedad sin cura" oyó como en su mente una voz borrosa y desarmada como gastada por los senderos ásperos, llevada por el viento.

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