miércoles, 23 de agosto de 2017

Esperar mi turno

Tomo las ganas para golpear el suelo,
llego a la piedra y rompo bien los huesos que sostuvieron tu suspiro;
pero ya no estas, y no soy quien buscaba;
ya me perdí en el pozo que nadie cuestiona,

Salgo bañado en la tierra que devoro tu sangre,
para volar a esconderme en las carnes nocturnas,
que festejaron cada noche y lloraron cada perdida
de las siluetas calurosas ilusionando compañía.

Ver las estrellas atentas, que jamas nos dieron la espalda,
me deja entrar en la única verdad que importa:
la completa ignorancia que nos pare en cadencia,
que nos hace perfectos al universo que nos quiere muertos.

Subo hasta el techo divino penetrado en gloria infantil,
y en picada me reencuentro en el túnel que continuaron mis manos,
para esconderme de la muerte que acaricia cada frente con su lengua hambrienta,
a esperar mi turno de abrir la siguiente puerta

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